martes, 28 de febrero de 2023

Curiosidades de Edimburgo, "la vieja chimenea"

Algunas curiosidades más que contar...

Alarma para ladrones

Al cruzar el umbral de un close cualquiera se llega a una placita donde se encuentra el Museo de los Escritores, pero donde además se puede apreciar en la fachada de una casa esto:


¿Adivináis qué es? pues son el extremo de unas escaleras, pero si os fijáis con atención a la que llegamos al tercer escalón apenas si hay sitio para apoyar el pie, he aquí la cuestión.
Antiguamente, se utilizaba este "truco" a modo de alarma para ladrones "burglar steps". El propietario de la casa sabía perfectamente dónde estaba el escalón trampa al igual que familiares, amigos e invitados pero si entraba un desconocido no conocería la trampa y al subir la escalera tropezaría, cayendo en ésta y haciendo el ruido suficiente como para alertar a los que allí vivieran.
El problema venía cuando el mismo propietario llegaba a casa con alguna copa extra en el cuerpo, (que era muy a menudo) y entre la oscuridad y la cogorza, no sabía ni él dónde se encontraba su propia alarma y era cuando los vecinos dudaban de si había entrado en la casa un ladrón o si se trataba de un habitual traspié de su vecino.

Heart of Midlothian

En la Royal Mille, a la altura de la Catedral de St. Giles se encuentra en el suelo este corazón tan singular que rompe el ordenado adoquinado de la calle, y es que justo aquí es donde se encontraba antiguamente el Tolbooth (centro administrativo donde se cobraban los impuestos y la cárcel municipal). El pueblo escupía para demostrar su desprecio por tener que pagar los elevados impuestos al ayuntamiento y los presos lo hacían como muestra de desprecio por su condena.
Ésta es una tradición que hoy en día sigue en pie, pero el objetivo no es ni mucho menos el mismo que hace 400 años. Se dice que hay que escupir dentro del corazón para tener suerte, para volver a Edimburgo otra vez en la vida... pero también cuentan que si pasas de largo y pisas sin querer el corazón, jamás encontrarás el amor verdadero. 
En el corazón de Midlothian es el único lugar de Edimburgo donde está permitido escupir, y si un policía te descubre haciéndolo en cualquier otro sitio tendrás que pagar una multa de £40.


Vieja chimenea

"Auld Reekie" o vieja chimenea es el cariñoso apodo de Edimburgo y tiene su origen durante la época victoriana, cuando el carbón era el único combustible que se utilizaba para alimentar las miles de chimeneas que expulsaban continuamente un denso humo que ennegrecía toda la ciudad.
Actualmente el uso de las chimeneas está prohibido, pero la imagen de las casas con decenas de ellas es algo que no pasa desapercibido. Esta foto está tomada en una calle cercana a donde nos alojamos nuestra primera semana en Edimburgo y lo primero que me vino a la cabeza en cuanto la vi, fue la escena del baile de los deshollinadores en la película de Mary Poppins.


Adoquines dorados

En algunos lugares de la Old Town, si bajáis la vista al suelo es posible diferenciar en algunas zonas concretas adoquines que llaman la atención, ya que no son los habituales adoquines de color gris, sino que son dorados.
Y no es que el que los puso se equivocara, los adoquines dorados representan la antigua ubicación de una importante edificación en su día y que hoy ya no está. En la foto que he colgado se puede ver donde acababa la ciudad vieja de Edimburgo hace unos cuantos siglos, o como los locales la llamaban, The World´s End (el fin del mundo) ya que pocos eran los que se atrevían a cruzar sus muros.


Hoy el fin del mundo se encuentra ahí mismo, al sur de High Street en el cruce con St Mary's Street. Si no me creéis aquí tenéis la prueba...


Otro pub, con otra historia :)





martes, 14 de febrero de 2023

Qué ver en el Castillo de Edimburgo

Visita obligadísima si vais a pasar unos días a Edimburgo, construido sobre una roca volcánica, fue inicialmente la residencia de David I, príncipe de Escocia y Conde de Huntingdon, en el siglo XII. Este castillo ha sido testigo de muchos de los conflictos históricos y las guerras de independencia de Escocia. A finales del siglo XVII, se convirtió en una fortaleza militar. Y como no puede faltar, en su historia más oscura, fue escenario de muchas tragedias y muertes, lo que ha llevado a convertirse en un lugar encantado como otros tantos aquí.

Si visitáis Edimburgo a finales de noviembre podréis conseguir una entrada gratuita (con antelación) ya que el día 30 de noviembre como parte de las celebraciones de Saint Andrew’s Day, el día del patrón de Escocia, hay jornada de puertas abiertas.

Así pues, aprovechando las puertas abiertas al Castillo de Edimburgo, fuimos a visitarlo.


Según había oído decir, es necesario emplear como unas cinco horas para verlo completamente, algo excesivo pensé, pero sólo tengo que decir que sin entretenernos demasiado tardamos casi cuatro horas.

Por si os interesa se pueden contratar visitas guiadas al Castillo de Edimburgo que valen mucho la pena para no dejar escapar ningún detalle.

Para ingresar al castillo se atraviesa un gran portal, que está custodiado por dos estatuas: William Wallace y Robert the Bruce y que conduce a un camino ascendente hasta un patio en el centro de la fortaleza. En el interior del castillo es posible asistir a varias exposiciones y museos, entre ellas, las diez más recomendadas por el Historic Scotland que iré puntualizando a lo largo de esta entrada.

En la entrada del castillo ya se pueden disipar las impresionantes vistas panorámicas de todo Edimburgo, una pasada la verdad, y si tenéis suerte y hace buen día se puede ver desde el estuario Firth of Forth hasta la región de Fife. 
Justo aquí, hay una serie de cañones en los que todo el mundo se hace la foto de rigor y lo que me llamó la atención era como unos regueros que bajaban a cada lado de cada uno de los cañones, no se para qué se utilizarían, David y yo estuvimos discutiendo varias posibilidades, creo que ganó la de que probablemente se utilizaran para la limpieza de los cañones, aunque otra posibilidad es que se utilizaran para el almacenamiento de la munición de los cañones, ya sabéis esas enormes bolas de piedra, no se, ahí os dejo una fotito para que penséis a ver qué uso se le podría dar...


Siguiendo más hacia delante llegamos a una placita en la que se encontraba este hombre a caballo, no se quién es pero estaba justo mirando hacia la puerta del Museo de la Guerra Nacional de Escocia.


En el castillo podemos encontrar varios museos y salas para visitar, entre ellos la Prisión Militar, es pequeñita pero se puede entrar dentro de las celdas e incluso dentro de algunas de ellas hay recreaciones con maniquíes donde se puede observar cómo malvivían hacinados en los sótanos del castillo los prisioneros que fueron capturados.


Y subiendo a lo más alto llegamos a otra plaza, donde se encuentra un gran salón, El Great Hall, que contiene una fabulosa exposición de armas y armaduras, así como la “llave” del castillo. Es una estancia grande, toda ella forrada de madera y con cortinas de terciopelo granate, grandes lámparas y altos techos ornamentados, allí mismo se realiza una representación de un baile de época, muy gracioso por cierto, en el que cuatro mujeres vestidas de nobles danzan al ritmo de una melodía de la época que suena de fondo.




En esa misma plaza y en lo que parece la entrada a un campanario se accede a La Sala de la Corona y la Piedra del Destino, donde se custodian los tesoros de la nación.



En esta sala, tal y como su nombre dice están expuestas las joyas de la corona, conocidas como "Honours of Scotland" (Los honores de Escocia) están compuestas por la Corona, la Espada del Estado y el Cetro, que se conservan en perfecto estado como uno de los conjuntos de atributos reales más antiguos de la cristiandad, y algunas joyas un poco ostentosas a mi parecer, pero supongo que lo normal para ser "de la Corona".
En la exposición también se puede contemplar la "Piedra del Destino", un símbolo muy valioso para Escocia sobre el que se coronaba a los reyes escoceses. La piedra fue robada por el rey Eduardo I de Inglaterra en 1296 y permaneció en Londres durante 700 años. Fue recientemente, en 1996, cuando el preciado símbolo regresó a Escocia.
Las fotos en esta sala no están permitidas y a la salida se encuentra la tienda para comprar algún que otro souvenir, si queréis claro.

Foto de sibajita

Otro lugar para visitar justo al lado y donde tampoco está permitido hacer fotos es El National War Memorial, una gran sala "homenaje" donde se encuentran gran cantidad de libros vigilados por personal de seguridad con los nombres de todos los escoceses que perdieron la vida en conflictos bélicos desde la Primera Guerra Mundial.




Fuera de los muros de esta plaza se encuentra Half-moon Battery que es la zona del Castillo que tiene forma circular, ahí se encuentran algunos cañones más, que defendían aún más si cabe la fortaleza.

Foto de leithhistory


Asomándose un poquito es posible ver el alcance de las vistas a la que los cañones tienen acceso, impresionante!


Y Justo a unos metros desde aquí, se encuentra una pequeña capilla, La Capilla de Santa Margarita, la zona más antigua de la fortaleza y una de las edificaciones más antiguas de Edimburgo, fue construida en memoria de la madre de David I.

Foto de fatima

También hay otras muchas curiosidades dentro del castillo como por ejemplo El Museo Bélico Nacional de Escocia, museos de los distintos regimientos, un cementerio para los perros del ejército o incluso una tienda de whisky.

Otra recomendación por el Historic Scotland es el Mons Meg, uno de los cañones de asedio más antiguos de Europa y seguramente más grandes, (yo no he visto otro igual) que defendió los muros del castillo durante el reinado de Jacobo II de Escocia; Disparaba piedras de 150 kg de peso a más de 3,2 km de distancia y fue utilizado durante la guerra contra los ingleses. Las bolas que se ven en la foto parecen pequeñitas, pero en realidad llegan casi hasta las rodillas.


Para finalizar la visita, recomiendo volver a la zona de la entrada donde se encuentran los primeros cañones que hay. Cada día a la una del mediodía se lleva cabo una curiosa tradición y es que parece ser que sobre 1860 un Capitán de la Marina Británica desembarcó en Edimburgo y se quedó perplejo al observar que cada uno de los relojes de la ciudad marcaba una hora distinta, así pues gracias a su mediación se decidió disparar varias descargas a las trece horas para indicar la hora a los marineros y que todos pudieran ajustar sus relojes.
Esta tradición se mantiene en el tiempo y con una impresionante puntualidad, a la una en punto el General de Artillería acude a disparar el cañón, El One o’Clock Gun.
Por cierto, aunque se puede oír desde fuera de los muros del Castillo, si queréis verlo recomiendo estar en el lugar unos 20 ó 30 minutos antes, para coger un buen sitio.


En esta web está toda la información necesaria; en el apartado de tickets & prices, se pueden comprar las entradas anticipadas y así ahorrarte las colas en la taquilla.


El Castillo de Edimburgo es una antigua fortaleza que compone uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, espero que esta entrada os haya gustado pero por si todavía no estáis convencidos del todo para ir a visitarlo acabaré esta entrada con una leyenda de las que a mi me gustan.

Como ya he contado anteriormente, Edimburgo es una ciudad que cuenta con centenares de pasadizos subterráneos ocultos, una serie de ellos se encuentran en el Castillo y van a parar hasta la Royal Mile.
Hace algunos siglos se descubrieron estos túneles secretos y se mandó a un gaitero para que lo explorara.
La idea era que el gaitero fuera tocando mientras exploraba los túneles para que todos supieran por dónde iba, pero de repente cuando llevaba recorrida una parte del túnel, la gaita dejó de sonar. Preocupados por el gaitero y éste sin dar ninguna señal, un grupo de rescate fue enviado para buscarlo. Pero no se encontró ni rastro del gaitero y nunca jamás se supo de él.
Dicen que tan sólo se encontraron los restos de la gaita, totalmente destrozada y cuenta la leyenda que en el silencio de la noche, se puede oír en los túneles el sonido de una gaita aunque, en Edimburgo no es difícil escuchar gaitas ni de día ni de noche, y más aún en la Royal Mile.

¿Que sucederá cada noche en el Castillo de Edimburgo...?